Pluribus, Episodio 1: "We Is Us" – La utopía que nadie pidió, pero que todos fingimos amar
Dirigido y escrito por el propio Vince Gilligan, el piloto de Pluribus –titulado "We Is Us" y estrenado el 7 de noviembre de 2025 junto al segundo episodio en Apple TV+– no es un arranque convencional para una serie de ciencia ficción. En sus 58 minutos de duración, Gilligan despliega un tapiz de horror sutil y comedia negra que, en lugar de bombardear al espectador con revelaciones, opta por un slow burn hipnótico: un mundo al borde del colapso psíquico que se transforma en una sinfonía de sonrisas forzadas. La historia arranca en un laboratorio anodino, donde científicos descifran una señal extraterrestre recibida 14 meses antes –una secuencia de nucleótidos que, inocentemente, promete reconfigurar la vida misma. Pero pronto pivotamos a Carol Sturka (Rhea Seehorn), una autora de novelas románticas fantásticas de bajo perfil, cuya rutina de divorcio inminente y bloqueo creativo se ve interrumpida por un "evento" global que fusiona mentes en una colmena benevolente. No hay invasión alienígena ruidosa; hay un Joining silencioso, propagado a través de agua contaminada y petri dishes industriales, que convierte a la humanidad en un colectivo eufórico. Carol, inmune por un capricho genético, emerge como la anomalía: la última alma imperfecta en un paraíso de uniformidad.
Apple TV+ no regatea en la ambición técnica para este debut. La cinematografía, heredera del desierto árido de Breaking Bad, transforma Albuquerque en un lienzo de vacuidad suburbana: tomas aéreas de cul-de-sacs impecables que sugieren jaulas doradas, iluminadas con una paleta que pasa de los azules fríos del laboratorio a un blanco cegador post-Joining, como si el sol mismo hubiera sido pasteurizado. Los encuadres cerrados en el rostro de Carol –sudorosa, desaliñada, gritando verdades en un mundo de susurros armónicos– contrastan con planos abiertos de masas danzando en sincronía, evocando el body horror de Invasión de los ladrones de cuerpos pero con un twist gilliganesco: la asimilación no duele, solo aburre mortalmente. El montaje, preciso como un reloj suizo defectuoso, fragmenta el tiempo entre el "antes" caótico de Carol (llamadas con editores cínicos, cenas solitarias con vino barato) y el "después" donde billboards gubernamentales proclaman "YOUR LIFE IS YOUR OWN" mientras la colmena –autodenominada "We"– emite comunicados pedantes negando su origen alienígena. La banda sonora, un minimalismo electrónico salpicado de folk desolado, actúa como el pulso interno de la protagonista: un zumbido que crece hasta volverse ensordecedor, subrayando la ironía de una paz que ahoga.
Rhea Seehorn, reunida con Gilligan tras Better Call Saul, carga el episodio sobre sus hombros con una entrega que trasciende el rol: Carol no es la heroína estoica de Kim Wexler, sino una cínica de mediana edad –autora de la saga Winds of Wycaro, un mash-up hilarante de épica fantástica y romance tóxico– que reacciona al apocalipsis con el hastío de quien ya ha visto demasiados finales predecibles. Sus monólogos internos, murmurados mientras huye de abrazos colectivos, destilan un humor seco que hace que el piloto sea tan cómico como inquietante: "Si la felicidad es esto, devuélvanme mi divorcio", masculla ante un televisor donde el Presidente, ahora un avatar de la colmena, anuncia el fin de las guerras con un guiño paternal. El reparto secundario es esparcido pero punzante: Miriam Shor como Helen, la agente literaria de Carol que muere trágicamente uniéndose justo antes de exhalar su último aliento; y breves apariciones de científicos y burócratas que, una vez asimilados, recitan diálogos en plural mayestático ("We are pleased to inform you"). Es Seehorn quien domina, sus reacciones mudas –una ceja arqueada ante la euforia ajena– convirtiendo el silencio en arma narrativa.
Apple TV+
La estructura del piloto es un ejercicio de contención gilliganesca: arranca con un montaje industrial de la plaga (trabajadores zombificados cultivando el virus en fábricas, distribuyéndolo en el suministro hídrico), pero evita el exposition dump. En cambio, revela el lore a través de Carol: su llamada al Servicio Secreto tras ver un Air Force One despegando en pánico, su regreso a casa para encontrar vecinos bailando en éxtasis, y un cliffhanger que la deja sola en un tarmac, gritando a un jet que huye. No hay twists baratos; el Joining se explica en una conferencia de prensa donde la colmena, con chyrons irónicos como "WE'RE NOT ALIENS", promete utopía a cambio de individualidad. El ritmo oscila entre thriller psicológico y sátira: escenas de comedia negra, como Carol irrumpiendo en una reunión de la colmena disfrazada de "problemática", alternan con momentos de puro dread, como el zumbido telepático que intenta seducirla. Es un piloto que confía en el espectador, soltando migajas –¿quiénes son los otros 11 inmunes? ¿Qué rol juega la señal espacial?– para enganchar sin resolver.
Más allá de su maquinaria narrativa, "We Is Us" destila un subtexto filosófico que Gilligan afila con bisturí: una disección del individualismo en la era de las redes y la polarización post-pandemia. El Joining no es tiranía; es el sueño húmedo de Silicon Valley hecho carne –una colmena que resuelve hambre, guerras y ansiedad con armonía absoluta, pero a costa del "yo" disfuncional que hace humana a la humanidad. Carol, con su escepticismo thoreauiano teñido de camusiano absurdo, rechaza la asimilación no por nobleza, sino por aburrimiento: "La perfección es para los libros malos", declara, eco de su propia carrera estancada. Hay ecos teológicos –la colmena como mesías panteísta que ofrece redención colectiva– y un retrato afilado de la madurez femenina: Carol lidia con el divorcio, la invisibilidad creativa y la culpa materna mientras el mundo se une en éxtasis. Post-Covid, el piloto resuena como alegoría de la desconexión: ¿es la soledad el precio de la libertad, o su premio? Gilligan no predica; pincha, dejando que el horror emerja en la grieta entre la promesa de "We" y el grito de "I".
Desde una perspectiva televisiva, el piloto de Pluribus dialoga con The Leftovers en su manejo de lo inexplicable y emocional, o Severance en su sátira corporativa al conformismo, pero inyecta el ADN gilliganesco: ironía mordaz y un Albuquerque que sangra desierto en cada fotograma. A diferencia de los pilots explosivos de Lost o Westworld, este opta por la contención, revelando el misterio en el Episodio 1 para pivotar al drama humano en el 2 –una jugada audaz que, según críticos, convierte la serie en "uno de los mejores estrenos del año". No es perfecto: algunos lo tildan de "demasiado cerebral" para las masas, y el ritmo inicial puede desconcertar a quienes busquen acción inmediata. Pero en un 2025 ahogado en reboots, "We Is Us" es un antídoto: una utopía que da vértigo, recordándonos que la infelicidad, con sus bordes irregulares, es el verdadero superpoder humano.
En Cine Reproche, donde desmenuzamos pilots como autopsias elegantes, "We Is Us" nos deja con el zumbido en los oídos y una pregunta punzante: ¿te unirías a la colmena por un like eterno? Si el piloto es indicio, Pluribus promete nueve episodios de disidencia deliciosa. Suscríbete a Apple TV+ y resiste. O únete. Pero elige pronto: el Joining no espera.
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