The Poughkeepsie Tapes found footage
Por Diego Gamboa | Cine Reproche
"The Poughkeepsie Tapes" - La crudeza sin filtros del horror humano
The Poughkeepsie Tapes (2007) de John Erick Dowdle desafía los límites del cine de terror al sumergirnos en una experiencia perturbadora que mezcla el found footage y el falso documental. El concepto es simple pero devastador: una serie de cintas grabadas por un asesino en serie documenta sus actos atroces, revelando una mente desquiciada que opera sin remordimientos y con un dominio aterrador sobre sus víctimas. Este enfoque crea una obra que deja más cicatrices psicológicas que sustos inmediatos.
A diferencia de otros referentes del género como The Blair Witch Project o Rec (2007), esta película no se construye en torno a lo paranormal o lo sugerido, sino que nos fuerza a confrontar una maldad que parece demasiado cercana a la realidad. Aquí no hay monstruos escondidos en la oscuridad ni casas embrujadas: el terror nace del vacío moral y de una violencia que, aunque muchas veces no se muestra directamente, es tan explícita en su implicación que resulta insoportable.
Lo que destaca en The Poughkeepsie Tapes no es solo la ejecución de su premisa, sino el uso de las imágenes caseras como arma narrativa. El estilo amateur de las grabaciones del asesino crea una intimidad incómoda, como si fuéramos testigos involuntarios de algo prohibido. Sin embargo, esta autenticidad se diluye parcialmente en los testimonios de "expertos" y "testigos" del falso documental, que a veces rozan lo caricaturesco, rompiendo la ilusión de veracidad que es clave para este subgénero.
En comparación con títulos como Henry: Portrait of a Serial Killer (1986), que también explora la mente de un asesino, The Poughkeepsie Tapes carece de profundidad psicológica y se enfoca más en el impacto visual y sensorial. Este desequilibrio hace que el film se sienta, por momentos, demasiado inclinado hacia lo sensacionalista. Sin embargo, donde Henry explora la banalidad del mal, The Poughkeepsie Tapes lo mitifica y lo convierte en una especie de espectáculo, lo que puede polarizar al público.
Es inevitable hablar de la producción en sí misma. El bajo presupuesto se nota, pero en lugar de limitarla, le otorga una crudeza que intensifica la experiencia. Cada toma, desde los ángulos torpes de las cintas hasta la iluminación tenue y sofocante, está diseñada para incomodar. La banda sonora, o mejor dicho, la ausencia de ella en los momentos más tensos, amplifica el impacto, dejando al espectador en un silencio que parece eterno.
Como pieza de cine de terror, The Poughkeepsie Tapes es divisiva. Algunos la consideran una obra maestra de lo grotesco, mientras que otros ven en ella un producto manipulador que prioriza el impacto sobre la narrativa. Sin embargo, esa controversia es precisamente lo que solidifica su lugar en el subgénero de found footage. No es perfecta, pero se atreve a explorar terrenos que pocos films tocan, especialmente en un género que a menudo recurre a clichés y fórmulas repetitivas.
Calificar esta película implica evaluar su intención más que su ejecución técnica. Como artefacto cultural, tiene un impacto innegable. Como experiencia cinematográfica, su éxito depende de cuánto estés dispuesto a soportar. No es un film que recomendaría ampliamente, pero es uno que se queda contigo, para bien o para mal. En el contexto del found footage, le doy un 7/10: una obra imperfecta, pero singularmente perturbadora y memorable en su propio derecho.

