Adolescence (2025): El abismo entre la niñez y la culpa

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Netflix vuelve a sacudir el panorama televisivo con Adolescence (2025), una miniserie que no solo explora los oscuros laberintos de la mente juvenil, sino que nos enfrenta a una cruda realidad: ¿hasta dónde llega la responsabilidad de un menor cuando las circunstancias lo arrastran a la tragedia? Bajo la dirección meticulosa de un cineasta que entiende el peso de la imagen y el silencio, esta producción de seis episodios es un descenso atmosférico a las zonas más grises de la moral.


Un crimen, un niño y la verdad deformada


La serie arranca con una escena inquietante: un interrogatorio. En un cuarto frío y minimalista, Jacob (Owen Cooper, en un debut sobresaliente) se sienta con la mirada baja frente a un detective exasperado. La atmósfera está cargada de tensión, y en cada pausa se siente el eco de un suceso terrible que aún no conocemos del todo. Jacob, de apenas 13 años, es el principal sospechoso de un crimen que sacude a su comunidad. Pero Adolescence no es una serie de detectives; es un estudio sobre la percepción de la culpa.


La narrativa avanza en una estructura no lineal, fragmentando los eventos que precedieron al crimen con saltos temporales precisos y estudiados. Poco a poco, el espectador reconstruye la historia a través de los testimonios contradictorios de sus padres (interpretados magistralmente por Stephen Graham y Erin Doherty), sus compañeros de escuela y el propio Jacob.


Dirección y cinematografía: el reflejo del desorden emocional


La dirección opta por un enfoque naturalista pero sofocante. La cámara se mantiene cercana, invadiendo el espacio personal de los personajes con encuadres cerrados que refuerzan la sensación de claustrofobia. La iluminación juega un papel crucial: los tonos fríos predominan en los momentos de interrogatorio, mientras que los flashbacks adquieren una paleta cálida pero inquietante, sugiriendo una nostalgia corrompida.


La cinematografía se apoya en una combinación de tomas largas y movimientos de cámara temblorosos, enfatizando la inestabilidad emocional de los personajes. Cada encuadre está diseñado para reflejar la soledad de Jacob, aislándolo visualmente incluso en escenas donde está rodeado de adultos que hablan sobre él, pero nunca con él.


Actuaciones: la fragilidad de la verdad


Owen Cooper entrega una actuación impactante, transmitiendo una complejidad emocional rara vez vista en actores de su edad. Su interpretación es minimalista, llena de miradas evasivas y una gestualidad contenida que deja entrever el torbellino interno que su personaje atraviesa. Stephen Graham, en el papel del padre, equilibra la rabia con una vulnerabilidad aplastante, mientras que Erin Doherty construye una madre dividida entre la protección y la duda.


Ashley Walters, en el rol del detective encargado del caso, añade un matiz de desesperación a la historia: es un hombre que ha visto demasiadas versiones de la misma tragedia y cuya lucha interna entre la justicia y la empatía lo convierte en una pieza clave de la narrativa.


Temas y simbolismo: la adolescencia como zona de guerra


La serie plantea preguntas sin respuestas fáciles: ¿Es la infancia un refugio o una sentencia de impunidad? Adolescence no trata de justificar ni condenar a Jacob, sino de exponer cómo la sociedad construye narrativas en torno a la juventud.


El uso de espejos y reflejos es recurrente, sugiriendo la distorsión de la verdad y la fragilidad de la memoria. La música es casi imperceptible, basada en sonidos diegéticos que incrementan la tensión, como el tic-tac de un reloj o la respiración contenida en una sala de interrogatorio.


Un cierre que deja cicatrices


El último episodio de la serie evita los finales categóricos. La verdad, si es que existe, se percibe difusa. La última escena nos muestra a Jacob caminando solo en el patio de la escuela, con una expresión que podría ser resignación, alivio o algo más oscuro. El espectador se queda con una incomodidad que no desaparece con los créditos, lo que confirma que Adolescence no busca ofrecer una respuesta, sino una herida abierta.


En Cine Reproche, nuestras críticas y análisis combinan ironía elegante con datos sólidos, invitando al debate y la reflexión sobre cada pieza de cine que exploramos. El cine no solo se ve, se siente, y este análisis busca abrir nuevas perspectivas sobre los complejos temas que la serie aborda.

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