Mátalos Suavemente: La violencia como economía del crimen

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En un mundo donde el crimen es un negocio, Jackie Cogan (Brad Pitt) es contratado para restablecer el orden tras un robo. Con un estilo visual impactante, la película critica el capitalismo y la violencia, presentando a un asesino cínico en un ambiente decadente.
Plan B Entertainment



Andrew Dominik nos entrega con Mátalos Suavemente (2012) una película que desafía las convenciones del thriller criminal, fusionando la brutalidad del hampa con una crítica despiadada a la crisis económica. Producida por Plan B Entertainment, la cinta se adentra en los bajos fondos estadounidenses con una frialdad quirúrgica, mostrando un mundo donde el dinero dicta la moral y la violencia es una transacción más en el mercado.


La historia sigue a Jackie Cogan (Brad Pitt), un asesino a sueldo contratado para restaurar el "orden" en la mafia después de que dos ladrones de poca monta roban una partida de póker ilegal. Desde sus primeras apariciones, Cogan se erige como un cínico ejecutor, convencido de que los negocios del crimen deben manejarse con la misma frialdad y pragmatismo que Wall Street. Su discurso refleja un nihilismo implacable: no hay honor entre criminales, solo interés y supervivencia.


El filme destaca por su estilizada composición visual. Dominik, quien ya había demostrado su pulso narrativo en El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007), aplica aquí una estética minimalista, donde la luz mortecina y los encuadres asfixiantes convierten la ciudad en un escenario desolado. La dirección de fotografía de Greig Fraser encapsula la crudeza del entorno con tonos opacos y lluviosos, reforzando la sensación de decadencia moral.


En un mundo donde el crimen es un negocio, Jackie Cogan (Brad Pitt) es contratado para restablecer el orden tras un robo. Con un estilo visual impactante, la película critica el capitalismo y la violencia, presentando a un asesino cínico en un ambiente decadente.
Plan B Entertainment



Las actuaciones son otro punto fuerte. Brad Pitt aporta un carisma contenido a Jackie Cogan, alejándose de los estereotipos del asesino implacable para dotarlo de un pragmatismo escalofriante. Richard Jenkins, como el burócrata que representa los intereses de la mafia, encarna con sobriedad la frialdad corporativa del crimen. Sin embargo, es James Gandolfini quien se roba varias escenas con su papel de un sicario decadente, un hombre que ha perdido su filo y se hunde en un espiral de autodestrucción.


Uno de los elementos más intrigantes del filme es su subtexto político. Ambientada durante las elecciones presidenciales de 2008, la película yuxtapone discursos de Barack Obama y George W. Bush con las acciones de los criminales, sugiriendo que la economía del crimen funciona bajo las mismas reglas que el capitalismo: los más poderosos se protegen, los peones son sacrificables. En este sentido, Mátalos Suavemente se aleja de la narrativa clásica del cine de mafiosos para ofrecer una meditada reflexión sobre el sistema.


La violencia en la película está coreografiada con una estilización casi operística. No es gratuita ni espectacular, sino calculada y metódica, sirviendo como un recordatorio de que la brutalidad en este mundo es un medio, no un fin. Destaca la escena en la que Cogan ejecuta a su objetivo con una elegancia fría y precisa, filmada en cámara lenta y acompañada de una banda sonora discordante que acentúa el impacto.


Aunque el ritmo pausado y la falta de una acción convencional pueden alejar a ciertos espectadores, estos elementos refuerzan la intención del director: retratar la violencia como una transacción, despojada de gloria o dramatismo. Esta decisión también convierte a la película en un thriller atípico, más cercano al cine de autor que a los estándares comerciales del género.


Mátalos Suavemente no es solo una película de crimen, es una declaración sobre el mundo en el que vivimos. Andrew Dominik no se limita a contar una historia de mafiosos; nos muestra un microcosmos de la economía moderna, donde el dinero define la vida y la muerte. Y, como dice Cogan en la línea final de la película: "America is not a country, it's a business. Now, fuckin' pay me".


¿Es esta una de las últimas grandes películas de crítica social disfrazada de thriller? Deja tu opinión en los comentarios.






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